sábado, 23 de diciembre de 2017

El cielo es tan inmenso.


El cielo es tan inmenso ante mis escombros
que intentan conspirar en este invierno
para no desvanecerse
ante el desorden que sobrepasa
a un camino frío que vaga siempre en solitario.

La inquietud palpable de mis sentidos
ya no quiere guardar secretos
prefiere saltar al vacío
que reposar en el espacio inmóvil
que despertar en el silencio
sin esperanzas y sin recuerdos
por tener que conformarse
con lo que simplemente ya no tengo.

La ventana siempre es ciega ante la niebla,
que quisiera poder decir simplemente adiós
en una despedida que sea interminable,
mi presencia quiere dejar de soñar
para olvidarse de este cielo que es  tan inmenso.

Me abruma el tiempo
cuando se desvanece en mis sueños,
porque mañana tengo que despertar
y vivir de nuevo,
tal vez nunca hice planes  
para tener que hacerlo
monótonamente quisiera poder disimularlo
aunque no es lo que realmente quiero.

La luz es clara y nunca miente,
no se esconde entre las tinieblas oscuras
que enmudecen,
tampoco se esconde en las palabras
que salen al viento y que a nadie engañan,
todos sabemos que en los versos
esa frases sin respuesta simplemente dolerán de nuevo.

Duelen por todas las veces
que han tenido que caerse de nuevo,
revolotean entre las hojas secas
con la tierra negra que humedece,
me toca el tiempo con sus años fríos
que nunca se entibian
ante los minutos vividos
porque siempre parpadean
en un momento que es inquieto.

Siempre he tratando de culpar a otros de mis errores,
errores inocuos que sobreviven quejándose
por no tener que estar lejos.
 
No es lo que realmente me inquieta,
no solo yo quien solamente se aleja
fingiendo infiernos que no son totalmente ciertos
despertando con los gritos inquietos
porque el silencio esta una vez más preso.

Tendré que escuchar a el cielo
fingiendo que no escucho los lamentos,
lo hice en el pasado y lo haré nuevamente
si es preciso sin ningún esfuerzo.

El cielo es tan inmenso
que intenta conspirar en este invierno,
no quiero desvanecer por completo,
esta vez no tengo frío
he superado el desorden
de tener que sobreponerse
a un camino que ya no es solo un valle frío.

En solitario me reconozco
en el reflejo del agua tibia
de ese estanque quieto,
la luz siempre me ilumina
con su juicio justo y recto
gana quien tiene menos recuerdos en el tintero
para poder escribirlos y resolverlos en verso
el cielo es tan inmenso.

Poesía
Miguel Adame Vázquez.

24/12/2017.

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