Los olvidados miran desde lejos
cómo evitando el recuerdo
de una silueta entre sombras borrosas
de un ayer extraviado en la amnesia
de un viejo corazón que añora el infinito perpetuo.
Sus manos supieron vivir
hasta que el desconsuelo se llenó de tristeza
y la luna se olvidó de quienes eran
antes de que la vergüenza
los fue cubriendo poco a poco.
Los olvidados llevan su melancolía olvidada
como ese camino viejo que ya nadie recuerda
como ese único consuelo de saberse mortales
ante los placeres y los pesares
que saben cómo fingir.
Los olvidados solo les queda el dolor
y el silencio cauto que se ha quedado
un poco a su propia suerte
de saberse añorado y vacío
por el único rincón que eligió para esconderse.
Los olvidados se les marchitó
el último ramo de flores que trajeron
para ignorar el odio vacío
de una paciencia incómoda
por tanto sufrir.
Los olvidados tienen penurias
pon andar buscando mil perdones
por un abismo de sentirse culpables
por la última pesadilla de no haber estado
por completo convencido de seguir.
Poesía
Miguel Adame Vázquez
14/02/2018.
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Se vale la critica que propone.
El comentario que nutre. muchas gracias.